Una fría tarde de invierno, víspera de Reyes, me encontraba pasando unos días de descanso en Barcelona, y decidimos acercarnos a la playa de Montgat.
Llegamos y aparcamos justo al lado de la playa, en un parking frente al primer túnel ferroviario que se construyó en España, y mirando al mar.
El viento soplaba con fuerza, y era frío. Arrastraba por el cielo unas nubes espectaculares.
En el espigón se encontraba un hombre al que un montón de gatos seguían. Lógico, pues les llevaba comida cada día.
Los gatos campaban a sus anchas entre las piedras de granito que forman el espigón. Parecían no sentir el frío que se calaba insistentemente.
Las olas dejaban oir su rumor acompasado, murmullo al rozar las rocas, cubiertas de verde musgo.
El sol comenzó a ocultarse, dando a la playa unos tonos dorados.
El cielo iba cambiando de tonalidades, mientras el sol con sus rayos de luz acariciaba las frías aguas del mar.
En un momento se volvió de un rojo intenso, mientras las siluetas oscurecidas se recortaban sobre él.
El frío se hacía cada vez más latente. Era hora de volver a casa, junto el calor del fuego que ardía en la chimenea.
Llegamos y aparcamos justo al lado de la playa, en un parking frente al primer túnel ferroviario que se construyó en España, y mirando al mar.
El viento soplaba con fuerza, y era frío. Arrastraba por el cielo unas nubes espectaculares.
En el espigón se encontraba un hombre al que un montón de gatos seguían. Lógico, pues les llevaba comida cada día.
Los gatos campaban a sus anchas entre las piedras de granito que forman el espigón. Parecían no sentir el frío que se calaba insistentemente.
Las olas dejaban oir su rumor acompasado, murmullo al rozar las rocas, cubiertas de verde musgo.
El sol comenzó a ocultarse, dando a la playa unos tonos dorados.
El cielo iba cambiando de tonalidades, mientras el sol con sus rayos de luz acariciaba las frías aguas del mar.
En un momento se volvió de un rojo intenso, mientras las siluetas oscurecidas se recortaban sobre él.
El frío se hacía cada vez más latente. Era hora de volver a casa, junto el calor del fuego que ardía en la chimenea.
reciosas postales de un entorno preciso.Buen trabajo.
ResponderEliminarsaludos.
Pues que variedad de tonalidades, de momentos diversos del día....esos gatitos en la mar y todo lo demás....seguro que fue un día para recordar, al menos así lo haces hoy cuando lo compartes con nosotr@s, preciosas imágenes.
ResponderEliminarUn besito
Una increíble maravilla de imágenes las que nos muestras aquí.
ResponderEliminarUn placer estar en tu blog.
Saludos.
Menuda entrada!!!
ResponderEliminarUnas imagenes preciosas Mayte!
Veo que se te da bien el HDR(creo que es un hdr no? por lo menos la 4ª foto), te ha salido muy muy bien.
Un saludo
Mirate mi blog, soy artista paisajístico, vivo cerca de Montgat i seguro que de mis obras sacarías un buén partido fotogr+afico. Felicidades por tu trabajo:
ResponderEliminarhttp://franktrepax.blogspot.com