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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Santa Mariña de Dozo, las ruinas góticas de Cambados

En nuestro viaje por terras galegas, en enero de 2010, prácticamente recién empezado el año, hicimos una parada obligada en Cambados. Después de disfrutar de un atardecer dorado en su pequeño puerto pesquero, poblado por cientos de gaviotas, nos dirigimos a las ruinas de Santa Mariña do Dozo, en el monte de la Pastora.

ocaso

el paseo

La noche comenzaba a caer, tiñendo el cielo de azules y malvas que iban dando paso a una oscuridad que se hacía más sobrecogedora acompañada del silencio sepulcral que reinaba en el lugar.

floreando

el rincon del sueño

entrada principal

Santa Mariña fue una iglesia gótica en sus tiempos de explendor, construida en el siglo XV sobre las ruinas de una ermita románica del siglo XII.


Cuando cayó en desuso, se deterioró en gran medida. Parte de sus muros cedieron, al igual que la techumbre, que dejó al descubierto sus majestuosos arcos.


arcos


nave central

Se conserva el altar mayor, con un cristo crucificado, la sacristia y cinco capillas laterales. Montones de tumbas y nichos siembran el interior de las ruinas , si bien lo que es el cementerio propiamente dicho se halla a la entrada y es lo primero que se atraviesa antes de entrar en la nave central de Santa Mariña.

capilla

reposo

la bicicleta

Las sombras y la oscuridad iban ganando terreno. Habíamos sacado unas cuantas fotos del lugar, aisque decidimos que era hora de abandonar las ruinas.


Excusa obligada es volver allí, para sacar fotos a la luz del sol.

sábado, 23 de octubre de 2010

Ayllón, un pueblito medieval con encanto.

Nos planteamos una excursión por el cañón del rio Lobos, una mañana soleada de primavera.
Emprendimos el viaje, pero antes de llegar, hicimos un alto en Ayllón.
Este pequeño pueblo segoviano, remonta sus orígenes a los celtíberos. Por algo me gusta tanto, con la pasión que tengo por cualquier rastro celta!!
Llegamos temprano, cuando la mayoría de los habitantes permanecían, casi seguramente, en el calor de sus camas.
Aparcamos el coche a la orilla del río Aguisejo, por el que se dejan mecer en sus tranquilas aguas unos majestuosos cisnes.
Nos quedamos alli un rato, contemplándolos y fotografiandoles.

Rio Agasejo

Puente sobre el Agasejo

Los Cisnes del Agasejo

Luego, nos dirigimos al centro de pueblo, atravesando el arco que da acceso, a traves de la muralla, a su interior de calles estrechas y empedradas.

Entrada-salida

Llegamos a la plaza mayor, donde encontramos algún lugareño desayunando en la taberna del pueblo, ahora reconvertida en cafeteria-restaurante.
Desayunamos nosotros también, saboreando junto al aroma a café, el aroma de la vida tranquila de antaño, sin agobios, ni prisas ni estrés, mientras los rayos incipientes de un tímido sol de primavera se colaban por la puerta de la taberna, dibujando luces y sombras en su suelo irregular.
Con el café calentando nuestros estómagos, salimos y paseamos por las calles de Ayllón, que aún dormía.

Ayuntamiento

Plaza mayor

la ventana

Escudo

Iglesia

Crucero

Soportales

la fuente

Salimos del recinto amurallado, al lado del río, donde los cisnes seguían flotando en su tranquilo navegar, y retomamos el camino que nos llevaba al destino elegido para ese día.
MayteVidal©fotografia

lunes, 23 de agosto de 2010

Paseando por el centro de Alcalá

Dudo mucho que la memoria borre el recuerdo que tengo de aquél paseo por el centro de Alcalá de Henares, cuando la tarde primaveral de un viernes del mes de Mayo, comenzaba a dar paso a una noche de tormenta, cargada de rayos y truenos.

En ese momento, no llevaba mi cámara conmigo, por lo que volví días después, y fotografié los lugares por los que paseé y que dejaron en mi un recuerdo imborrable y una apreciación del centro histórico de Alcalá llenos de cariño.

LLegamos a Alcalá, atravesando su Puerta de Madrid. Aparcamos el coche a los pies de la muralla, y nos dirigimos, bajo la atenta mirada de las numerosas cigueñas que pueblan los tejados de Alcalá, hacia la Calle Mayor, custodiada en toda su longitud por innumerables balcones, y por los típicos soportales medievales que conservan todo el sabor de antaño.


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Cantidad de mesones abren sus puertas aquí y allá, ofreciendo sus deliciosos platos y raciones al visitante.

Nosotros hicimos la primera parada en una tetería, muy coqueta y tranquila. Allí tomamos unos tés, mientras conversábamos.

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Pasado un rato, salimos y continuamos paseando. Nos dirigimos a la Plaza de Cervantes, pero antes paramos a contemplar el Antiguo Hospital Benéfico de Nuestra Señora de la Misericordia, también conocido como Hospital Antezana, donde vivió durante un tiempo San Ignacio de Loyola, y que hoy en día sigue funcionando, aunque como residencia de mayores.

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Paseando por la Calle Mayor, tambien podemos visitar la casa donde nació el autor de Don Quijote de la Mancha, y que tiene delante de su puerta las figuras de sus ilustres y famosos personajes, Don Quijote y Sancho Panza. Es típico que los visitantes y paseantes, se hagan la foto de rigor al lado de estas figuras.

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entre amigos

Numerosos teatrillos de calle con marionetas hacen las delicias de los paseantes.


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De allí, nos dirigimos a las murallas, donde se encuentra el museo de esculturas al aire libre, y las bordeamos al compás de un tranquilo y dulce pasear, hasta llegar al parque, por el que continuamos. Regresamos al cabo de un rato, y paramos en Índalo, un local de tapas, donde se puede tomar una cerveza acompañada de buenas tapas y bocatas. Eso sí, suele estar lleno de gente.

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Volvimos a recorrer la Calle Mayor, en busca del coche, y nos dirigimos al hotel, donde teníamos una habitación.

El resto de aquél paseo y aquella noche, se queda en mi memoria, para la eternidad ;)
MayteVidal © Fotografia