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viernes, 12 de septiembre de 2008

Un día en Salisbury

Empezamos la excursión hacia Salisbury, con una mañana lluviosa y un tanto gris. De vez en cuando el sol asomaba tímidamente, pero el fuerte viento arrastraba grandes nubes que lo volvían a cubrir, tornando el cielo de nuevo en tonos plomizos.
Tras atravesar parte de la ciudad nueva, llegamos al núcleo de Salisbury. La auténtica Salisbury de la Edad Media, conservada perfectamente como entonces.


Tras atravesar su muralla de ladrillos que respiraban historia por todos sus poros, entramos en el interior de la ciudad amurallada.

Aquí dentro, el tiempo parece haberse detenido. Aunque alguna casa ha sido remodelada y muestra algo más de modernidad. Pero la tónica general es de muros y casas con sus jardines como estaban hace unos siglos.
Una fachada nos muestra, orgullosa este reloj de sol y astronómico.


Data de 1749, y luce, orgulloso sus tonos azules y dorados.






Caminando unos pasos más, encontramos a la izquierda, en el sentido de la marcha, camino hacia la catedral, una casa, cuya puerta luce este singular picaporte. Al lado, una placa nos informa que allí impartió clases el novelista y ganador de un premio nobel, William Goldwing (''El señor de las moscas'').

















Seguimos el paseo por las calles empedradas y encontramos los típicos indicadores. Postes llenos de carteles que señalan difenrentes direcciones, según al lugar al que queramos ir.




Sobre una gran pradera verde, de césped cuidado, rodeado de árboles que empiezan a llenar sus frágiles ramas de pequeños y tiernos brotes, y bordeado por un pequeño muro, construido con piedras que desprenden antigüedad e historia, se levantan algunas farolas, que bordean el camino que conduce a la majestuosa catedral de Salisbury, verdadero orgullo de la ciudad.

Por el camino, vamos dejando atrás las típicas casas inglesas, con sus ladrillos antiguos y sus ventanas y miradores de color blanco, que resaltan en las fachadas rojizas.











A la derecha, en el sentido de la marcha, encontramos una iglesia, algo parecida a una catedral pequeña, Con su torre y fachada construida con piedras, colocadas unas sobre otras. y con su tejado rojo, contrastando visiblemente.
Por fin, ante nosotros se levanta, grandiosa la catedral de Salisbury.
Destaca su torre, enorme.
Tiene algo místico, y el fuerte viento que nos azota mientras caminamos hacia ella, le da, si cabe, un aire más misterioso. Parece que en cualquier momento saldrá un jinete con su capa ondeando al viento hacia nosotros.


El pórtico y toda la fachada están tallados con figuras de cardenales, y figuras relevantes de la religión protestante, que fundaron e hicieron posible la construcción de tan grandioso templo.






En el interior de la catedral, destaca el claustro, famoso por ser el de mayor tamaño de todas las catedrales existentes en Inglaterra, además del mejor conservado. Desde él se puede apreciar una perspectiva de la torre y su aguja.

Alrededor del claustro, en las paredes que lo enfrentan, se encuentran numerosas cruces y placas, recordando los fallecidos y enterrados en ese lugar. Hay montones de personajes ilustres, soldados, y tambien, por supuesto, monjes, abades, y religiosos que moraron esos lugares.


Realmente el claustro es de una belleza singular, y evoca tiempos pasados, con sus piedras llenas de musgo e historia.

























En el centro, dos grandes árboles se levantan, majestuosos y entonan su melodía al compás del viento que azota sus ramas.














Terminada la visita a la catedral deSalisbury, salimos de la ciudad amurallada, y atravesando sus calles claras, nos dirigimos a una posada que se conserva como hace unos siglos, cuando fue levantada para deleite del paladar.

El interior era oscuro. Un fuego en una chimenea muy antigua, hacía danzar sus llamas, creando una atmósfera hipnotizante.









La taberna donde comimos conserva todo el aroma de tiempos pasados.






Las calles de Salisbury, fuera de las murallas,

conservan

perfectamente

las casas tal como se construyeron hace siglos.

Casas típicas, como salidas de un cuento, miran la vida pasar a través de los siglos.

Después de la comida, típica de la zona, nos dirigimos de nuevo al autobús, que nos llevaría camino al círculo mágico más famoso del planeta: Stonehenge
Copyright© Mayte Vidal@2008

3 comentarios:

  1. Excelente reportaje y explicación de ese dia que pasaste en Salisbury, las imagenes son realmente muy bellas.Espero que hayas disfrutado de estas vacaciones. Saludos!

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  2. Realmente maravilloso, jo ¡que envidia me da!, aunque gracias a ti he podido saborearlo un poco en la distancia. Un saludo.

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  3. La verdad es que me quedé con las ganas de pasar más tiempo allí. Aún había mucho más por descubrir. Pero las excursiones concertadas son así...te llevan a matacaballo y se quedan muchas cosas en el tintero!
    Habrá que volver!
    Saludos a los dos y gracias por la visita!!

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