El paseo hasta la península bordeaba la costa. Las olas azotaban la playa, apenas salpicada por algún romántico sentado al borde del mar que escuchaba su melodía rítmica incansable de va y ven.
Enfrente, al otro lado de la carretera, encontramos una villa de porte hermoso y elegante, ahora vacía por dentro, pero ''llena'' por fuera.

En el centro, y sobre el punto más elevado, surge, majestuoso, el Palacio de la Magdalena, antigua residencia de verano de los reyes, y ahora convertido en universidad de verano.

Dentro del recinto, y cercano al palacio, se halla el pequeño zoo, con focas y pingüinos, y varias reproducciones de balsas y naves con sus mascarones de proa. Una sirena nos recuerda las leyendas marinas de la zona.
Sirena


Desde uno de los lados nos llega la visión de una playa con nombre curioso: la Playa del Camello. Debe su nombre a una roca que se encuentra en el borde del agua, con forma de camello

Descendiendo por el lado opuesto a esta playa, atravesamos un pinar, y pronto nos encontramos en otra pequeña y coqueta playita, mítica por se la primera playa de España donde la mujer uso el bikini. Por eso se llama Playa del Bikini.

Descendiendo por el lado opuesto a esta playa, atravesamos un pinar, y pronto nos encontramos en otra pequeña y coqueta playita, mítica por se la primera playa de España donde la mujer uso el bikini. Por eso se llama Playa del Bikini.


Una vez fuera ya de la Península, y dejando atrás la famosa playa del Sardinero, llegamos al faro de Cabo Mayor. Tras pasar un pequeña valla de madera, una senda nos conduce en un paseo por los escarpados acantilados y nos deja ver las formas de la costa santanderina.
Verdaderos toboganes de roca terminan en un mar bravo que golpea con furia, llenando de espuma las rocas, mientras el viento sopla con fuerza.
Faro de Cabo Mayor

Texto Copyright©Mayte @2008 Fotografías ©2005



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