Llegamos al Rincón de la Victoria, un viernes, A principios de junio.
Dejamos atrás las lluvias tormentosas de Madrid y un sol brillante y caluroso nos dio la bienvenida.
Tras dejar las mochilas, salimos a disfrutar de las variadas tapas que ponían en la feria de las tapas, en plena playa, Mientras contemplábamos un atardecer de lo más bonito.
Al día siguiente, Después de una excursión un tanto "accidentada" y de una comida a pie de playa, con un sol encantador y una luz maravillosa, fuimos a dar un paseo, bordeando la costa, hasta Cala del Moral.
Hacía bastante viento, y levantaba unas olas salvajes que chocaban contra las rocas, rompiéndose en mil gotas de sal contenida.
Unos surferos se lanzaban a las aún frías aguas, con sus tablas, y cabalgaban sobre las olas.
Estuvimos viendo la playa fósil, y haciendo fotos desde el rompeolas de la playa de Cala del Moral.
Comenzaba a ocultarse el sol.
Volvimos al Rincón, cuando se encendían los neones, y la luna se bañaba en el mar, tiñendo las aguas con brillos dorados.
A la mañana siguiente, temprano, volveríamos a Madrid, pero este "rincón" malagueño ya se había quedado enganchado en mi corazón.
© MayteVidal Fotografía
Dejamos atrás las lluvias tormentosas de Madrid y un sol brillante y caluroso nos dio la bienvenida.
Tras dejar las mochilas, salimos a disfrutar de las variadas tapas que ponían en la feria de las tapas, en plena playa, Mientras contemplábamos un atardecer de lo más bonito.
Al día siguiente, Después de una excursión un tanto "accidentada" y de una comida a pie de playa, con un sol encantador y una luz maravillosa, fuimos a dar un paseo, bordeando la costa, hasta Cala del Moral.
Hacía bastante viento, y levantaba unas olas salvajes que chocaban contra las rocas, rompiéndose en mil gotas de sal contenida.
Unos surferos se lanzaban a las aún frías aguas, con sus tablas, y cabalgaban sobre las olas.
Estuvimos viendo la playa fósil, y haciendo fotos desde el rompeolas de la playa de Cala del Moral.
Comenzaba a ocultarse el sol.
Volvimos al Rincón, cuando se encendían los neones, y la luna se bañaba en el mar, tiñendo las aguas con brillos dorados.
A la mañana siguiente, temprano, volveríamos a Madrid, pero este "rincón" malagueño ya se había quedado enganchado en mi corazón.
© MayteVidal Fotografía
Colaboración: Víctor Ruiz Jiménez
Un viaje muy entretenido, me gusta mucho el contraluz de la "torreta".
ResponderEliminarSAludos
Xurde
Gracias por pasar por Donde brilla el ArcoIris, Xurde, y dejar tu comentario.
ResponderEliminarUn saludo
Mayte...siempre he admirado tu trabajo...
ResponderEliminar...y si encima haces este homenaje a mi eden, al centro de mi blog...de mi mar....
como engancha,verdad??? uffff
gracias por compartir... gracias por tu consciencia de lo vivido... gracias por tan bellisimas tomas...
un abrazo marinero desde el eden...
Preciosas fotos, y una envidia de viaje. Qué cosas más bonitas hay a nuestro alrededor y que a veces no vemos ¿verdad?. Saludos.
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