Era febrero, a finales, y el invierno había sido rico en agua y nieves.
Decidimos acercarnos hasta Ruidera, pues sabíamos con certeza que las lagunas tendrían agua, después de la sequías que las había asolado años atrás.
Cuando llegamos, nos encontramos con las lagunas desbordando por todas partes.
Primero fuimos a una cascada, llamada "El Hundimiento"
El agua caía con furia, y levantaba nubes de vapor.


De allí, fuimos a las lagunas, que conectan unas con otras mediante pequeñas cascadas, que en esos momentos, y debido a la abundancia de agua, estaban muy vistosas.

El agua se desbordaba hacia la carretera en muchos puntos, y en algunas zonas, incluso habían arrasado merenderos y zonas de ocio.



En una de las lagunas, donde el agua había inundado hasta la parte baja de algunas casas que se encontraban en la orilla, encontramos un grupo de cormoranes, en un pequeño muelle, secando sus plumas en las primeras horas de la mañana.

MayteVidal©Fotografia
Decidimos acercarnos hasta Ruidera, pues sabíamos con certeza que las lagunas tendrían agua, después de la sequías que las había asolado años atrás.
Cuando llegamos, nos encontramos con las lagunas desbordando por todas partes.
Primero fuimos a una cascada, llamada "El Hundimiento"
El agua caía con furia, y levantaba nubes de vapor.


De allí, fuimos a las lagunas, que conectan unas con otras mediante pequeñas cascadas, que en esos momentos, y debido a la abundancia de agua, estaban muy vistosas.

El agua se desbordaba hacia la carretera en muchos puntos, y en algunas zonas, incluso habían arrasado merenderos y zonas de ocio.



En una de las lagunas, donde el agua había inundado hasta la parte baja de algunas casas que se encontraban en la orilla, encontramos un grupo de cormoranes, en un pequeño muelle, secando sus plumas en las primeras horas de la mañana.

MayteVidal©Fotografia