Hace ya bastante tiempo que visité Guadalupe. El recuerdo que me dejó es el de gentes amables y campechanas.
En la plaza, frente al monasterio de Guadalupe, parece ser siempre fiesta.
El trasiego de gentes, turistas y fieles que acuden al templo, es contínuo.

Es un lugar que tiene algo especial, que deja sentir su fuerza, como en muchos puntos de nuestra geografía se puede sentir.
El verdadero corazón de Guadalupe es su monasterio, dedicado a la Virgen Morena de Guadalupe. Todo gira alrededor de ella.

En el interior del monasterio, podemos admirar verdaderas joyas del arte y la cultura, desde su claustro mudéjar hasta los libros miniados, pasando por los bordados que monjes y seglares confeccionaban con sabia maestría, y que se pueden admirar en un museo dedicado especialmente a ellos.



Recorrer sus calles adoquinadas y empinadas, salir al campo que la circunda, o tomar unas raciones de queso y jamón en alguna de sus terrazas, es toda una delicia.



En la plaza, frente al monasterio de Guadalupe, parece ser siempre fiesta.
El trasiego de gentes, turistas y fieles que acuden al templo, es contínuo.

Es un lugar que tiene algo especial, que deja sentir su fuerza, como en muchos puntos de nuestra geografía se puede sentir.
El verdadero corazón de Guadalupe es su monasterio, dedicado a la Virgen Morena de Guadalupe. Todo gira alrededor de ella.

En el interior del monasterio, podemos admirar verdaderas joyas del arte y la cultura, desde su claustro mudéjar hasta los libros miniados, pasando por los bordados que monjes y seglares confeccionaban con sabia maestría, y que se pueden admirar en un museo dedicado especialmente a ellos.



Recorrer sus calles adoquinadas y empinadas, salir al campo que la circunda, o tomar unas raciones de queso y jamón en alguna de sus terrazas, es toda una delicia.



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