Pedraza es una pequeña villa, situada en el piedemonte segoviano. Fué declarada Conjunto Monumental en 1951, y posee varios premios, como el premio "C" de Turismo de Castilla y León, y el premio Europa Nostra.

Para entrar en Pedraza, hay que cruzar la puerta en la muralla. Junto a ella se encuentra la cárcel de la Villa.


El paseo por sus calles adoquinadas, tranquilas y llenas de encanto añejo, se convierte en una delicia.





La plaza es el lugar que reúne más gentío.


Un antiquísmo reloj ve pasar el tiempo desde el tejado del ayuntamiento, al lado de la iglesia de San Juan.




Numerosos restaurantes dejan escapar el aroma de sus asados, aquí y allá.
Por una de las calles, más ancha que el resto, abandonamos el pueblo, dejando atrás sus casas, su plaza, su iglesia... en dirección al castillo.

Cruzamos unos pequeños prados, dejamos atrás la iglesia de Santa María, y ante nosotros se levanta, perfectamente conservado y majestuoso, el castillo de Pedraza.

Hacemos una parada aquí, junto a sus muros cargados de historia. Aquí estuvieron prisioneros los hijos del rey Francisco I de Francia entre 1525 y 1529. Fué también residencia de los duques de Frías, Condestables de Castilla, y en 1926, el pintor Ignacio Zuloaga, lo adquirió, restaurando una de sus torres, donde instaló su taller, y pintó sus cuadros de paisajes y retratos de gentes de Pedraza.



Fuera de sus murallas nos encontramos con un acueducto, que llega hasta un pequeño monasterio. Al fondo, alejado de la Villa, se encuentra el cementerio, Un via crucis lleva hasta él, marcando el camino.



© 2007-2008 MayteVidal

Para entrar en Pedraza, hay que cruzar la puerta en la muralla. Junto a ella se encuentra la cárcel de la Villa.


El paseo por sus calles adoquinadas, tranquilas y llenas de encanto añejo, se convierte en una delicia.





La plaza es el lugar que reúne más gentío.


Un antiquísmo reloj ve pasar el tiempo desde el tejado del ayuntamiento, al lado de la iglesia de San Juan.




Numerosos restaurantes dejan escapar el aroma de sus asados, aquí y allá.
Por una de las calles, más ancha que el resto, abandonamos el pueblo, dejando atrás sus casas, su plaza, su iglesia... en dirección al castillo.

Cruzamos unos pequeños prados, dejamos atrás la iglesia de Santa María, y ante nosotros se levanta, perfectamente conservado y majestuoso, el castillo de Pedraza.

Hacemos una parada aquí, junto a sus muros cargados de historia. Aquí estuvieron prisioneros los hijos del rey Francisco I de Francia entre 1525 y 1529. Fué también residencia de los duques de Frías, Condestables de Castilla, y en 1926, el pintor Ignacio Zuloaga, lo adquirió, restaurando una de sus torres, donde instaló su taller, y pintó sus cuadros de paisajes y retratos de gentes de Pedraza.



Fuera de sus murallas nos encontramos con un acueducto, que llega hasta un pequeño monasterio. Al fondo, alejado de la Villa, se encuentra el cementerio, Un via crucis lleva hasta él, marcando el camino.



© 2007-2008 MayteVidal