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martes, 28 de octubre de 2008
Chinchón
Pueblo pintoresco al sur de la provincia de Madrid. Famoso por su plaza, que conserva su estilo tradicional, y donde los numerosos restaurantes montan sus 'terrazas' para servir los asados y demás manjares a los turistas y visitantes que se dejan caer por alli.
El dia que visitamos Chinchón, 1 de noviembre, hacia un sol espléndido. Mas bien parecia un dia de primavera que de otoño.
Habia querido ir a Chinchón hacia ya unos cuantos años, y no lo habiamos hecho. Pero ese dia, realmente no me apetecia ir nada en absoluto. Aún asi, me dispuse a disfrutar el dia lo más que pudiera.
Comimos en un paraje rodeado de pinos, con unas vistas fantasticas. A la derecha, el pueblo, a la izquierda, el castillo de Chinchón, en ruinas y cerrado por sus actuales propietarios.
Después de comer, paseamos por el pueblo. La plaza es el centro neurálgico del pueblo, tan llena de gente, y con todos los balcones mirando al centro de la plaza,donde hay una gran fuente con el escudo del pueblo, y donde antiguamente se llenaban los cántaros de agua para abastecer las casas. Una carabana de burritos hacia las delicias de los niños
De la plaza salen las calles, sinuosas, estrechas, empinadas, con muchos recovecos.
Infinidad de pastelerias tradicionales abren sus puertas aqui y allá, dejando escapar el agradable olor a pan recien hecho y a bollos típicos anisados
Una de las puertas que se abre en la plaza conduce a lo que antiguamente era el lavadero,. Hoy es simplemente una alberca, llena de agua, donde se reflejanlos murales pintados en la pared con los productos tipicos de la tierra. Alli se encuentra la oficina de turismo, tras una cascada de verdes hojas de hiedra.
Subimos por una calle empinada, que conducia a las cuevas del murciélago, que no llegamos a visitar.Otro dia lo haremos, y asi hay una excusa para volver. Terminaba la calle en la parte trasera de la iglesia, peculiar por tener el campanario separado unos metros en frente de ella. Iglesia y torre del reloj se encuentran en la parte alta de la muralla.
Desde alli, un mar de tejados y chimeneas humeantes se extendia ante nosotros.
El aire limpio y el cielo claro acompañaban al sosiego que desde alli se respiraba, mientras en la plaza, verdadero corazon, el bullicio de la gente afloraba como en un dia de fiesta.
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