Valencia

Hace ya unos años que visitamos Valencia. Seguramente, habrá tenido algunos cambios desde entonces.
Salimos temprano y cogimos la N-IV. En un tramo de la carretera, encontramos caravana, normal cuando hay cuatro días de descanso y además, hace buen tiempo, ya que a todo el mundo le da por acercarse a la costa de Levante, que es lo que más cerca queda de la capital para darse un baño en el mar.
Por fin llegamos al hotel. Descargamos la maleta y salimos a dar una vuelta de "reconocimiento"
Uno de los días que estuvimos allí visitamos la albufera. Otro, visitamos la ciudad y el oceanográfico.
En la ciudad, visitamos algunos de los rincones más emblemáticos. Nos acercamos al Mecado Central, que estaba cerrado ya que lo estaban reformando, la Lonja, también cerrada, varias iglesias...













Encontramos algunas curiosidades, como este balcón decorado con un muñeco y estrellas colgando de él.



Visitamos las típicas horchaterías...¡Qué rica la horchata!



Fuimos a ver también la catedral y la torre de "El Miguelete", a la que no subimos, porque con los crios y lloviendo, era demasiado jaleo, asi que, nos conformamos con verla desde fuera.





También estuvimos en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Aún estaban construyendo el último pabellón.
Paseamos por los jardines anteriores y por el parque que queda en la parte trasera.















El día que pasamos en el Oceanográfico hizo sol. Después de esperar larguísimas colas para sacar las entradas y entrar, visitamos todos los acuarios. Algunos espectaculares.













Comimos, y seguidamente, fuimos a ver el espectáculo de los delfines.





Pasamos también por el aviario, donde tenían, además, un estanque con tortugas.

Esto es lo que dieron de sí dos días y medio de visita por Valencia.

Beget

Beget es un pueblo pequeño, muy pequeño, de tan solo 45 habitantes, pero con un encanto especial.

Para llegar allí, se puede ir desde Ripoll, por la C-15, o desde Olot, por la C-153. Llegando a Camprodón, hasta Beget solo hay 18 km.

Pero nosotros no fuimos por ahí, sino que cruzamos por la montaña, desde Oix, por el antiguo camino que se usaba en la edad media.



Lo primero que encontramos, es la iglesia de Sant Cristòfol. Es del siglo XII, construida sobre los restos de otra edificación de finales del siglo IX, principios del X. En ella se muestra el arte románico en su estado más puro.

Consta de una sola nave con bóveda de cañón y un único ábside semicircular.



La torre-campanario es de forma cuadrada, y tiene cuatro pisos más la planta que forma la base.

Entre la segunda planta y la tercera, hay un cambio de estilo, que se debe a distintas fases de construcción.




No pudimos visitarla por dentro y admirar la famosa figura de su retablo mayor, conocida con la Majestad de Beget, o Majestad del Retablo Mayor, que es una de las tallas románicas de más belleza que se conservan actualmente, ya que la iglesia estaba cerrada.

Después, me enteré que preguntando por María, en el nº 8 de la calle Belaire (la calle principal), podíamos haber podido entrar.

Bajo el puente medieval cruza este torrente

Tras cruzar un puente de piedra, entramos en una pequeña plazoleta, en la que se abre un restaurante. Bajando por la calle que sale de allí, llegamos a la plaza mayro, donde se encuentra el ayuntamiento, el nº 1 de la plaza, una pequeña casita que parece salida del cuento de Caperucita Roja.





Todas las casas están construidas con pizarra y piedras, integrándose por completo en el paisaje montañés.









Realmente, es un pueblo con encanto.

© 2009 MayteVidal

Alta Garrotxa

La Alta Garrotxa es un basto territorio, situado en el Prepirineo Oriental
Está declarada Espacio de Interés Natural.
Su paisaje abrupto guarda una rica fauna y flora, muy bien conservada.
Tiene grandes y profundos valles, y una gran cantidad de encinas y robles.

Nunca antes había visto bolas tan grandes de muérdago colgando de los robles (las había visto más pequeñas).
Antes de entrar en la Alta Garrotxa, dejamos atrás Castellfollit de la Roca, un curioso pueblecito encima de una gran mole de basalto.



Nos adentramos en la Alta Garrotxa, propiamente dicha, entre una vegetación exuberante. Robles enormes nos miran pasar.
Atravesando este espacio natural, nos encontramos, en las zonas más altas, con nieve.

Llena de paz y a la vez sobrecoge, escuchar el silencio entre tanto roble, en el medio de la montaña.



Llegamos a Oix, pequeño pueblecito en el interior de la Alta Garrotxa. En él destacan su iglesia y su antiguo castillo, ambos de origen románico.
El paisaje es típico de montaña.
Un pequeño arroyo deja fluir sus aguas entre laderas llenas de abetos y arbustos que aún guardan los colores del otoño.







Pequeños detalles en forma de cristalinas gotas colgando en las ramas llaman mi atención.



Continuamos y llegamos a otro arroyo, con aguas de tonos turquesa que corren entre rocas, formando pequeños remolinos que se tornan de color blanco. Siguen su camino bajo un puente de roca que las cruza, de la época medieval, lleno de hiedra verde y que forma en mi retina una imagen típica de cuento.





Seguimos atravesando las montañas.

La niebla envuelve algunas zonas, confiriéndole unos tonos diferentes a los que hemos dejado atrás.







Después de un día entre montañas, paramos a comer en un restaurante ( La Dèu ), a las afueras de Olot y a la entrada de la Fageda.
La tarde está cerrada y rápidamente se hace de noche.

No da tiempo de visitar la Fageda, que está cubierta de nieve.
Aún así, hacemos un intento, pero la oscuridad que empieza a envolver el paisaje, no deja apreciar nada. Tan solo se pueden ver, a lo lejos, las luces de Olot y el volcán Croscat con su ermita en lo alto, y decidimos dar por terminada la excursión.




© 2009 MayteVidal

Patones de Arriba

Patones de Arriba es un pequeño pueblo camuflado en la montaña, gracias a sus casas construidas con pizarra y que mimetizan el entorno.
Para llegar hasta él, debemos coger la A-1, Madrid-Burgos. En el km 50, salimos, en dicrección Torrelaguna, por la N-320 y una vez pasado Torrelaguna, seguimos hasta Patones por la M-102.

Antiguamente fué un "reino", con su "rey" y todo. Pero ese rey, más bien era una especie de alcalde, aunque las leyendas dicen que se trataba de un rey de origen visigodo.
El primer escrito oficial que hace referencia al Rey de Patones es de 1653, cuando éste pidió la construcción de la ermita.
Otra leyenda muy famosa en Patones cuenta que durante la Guerra de la Independencia, las tropas de Napoleón no consiguieron dar con este "reino", y por lo tanto, someter al pueblo.





En Patones se pueden hacer muchas actividades, tanto en plena naturaleza como culturales.
Se puede visitar el ecomuseo de la pizarra, al aire libre... se pueden visitar muchos de los centros artesanales con los que cuenta...

...se pueden hacer rutas por la senda El Barranco, o hacer espeleología en la cueva del Reguerillo, donde se encuentran los dos únicos grabados rupestres del Paleolítico Superior en Madrid, y que fue declarada monumento Histórico Artístico en 1944.
También se puede dar un paseo por la Dehesa la Oliva, hasta llegar a la ermita. Aquí se encuentra también una de las entradas a la cueva.
En el entorno cercano está la presa del Atazar, un buen sitio de refresco en verano o para pasar un día de primavera, por ejemplo.
Y quien no quiera hacer nada de eso, puede pasear por las tranquilas calles empedradas de patones de Arriba.

Bajar hasta el río, donde se encuentran los restos de un antiguo molino, con su pequeña cascada, y el lavadero.

Degustar exquisiteces en cualquiera de sus muchos restaurantes o tomar un refresco y alguna pieza de bollería típica de allí. Buenísima, por cierto.

...Y seguir paseando y descubriendo los bellos rincones de este coqueto pueblo de pizarra.

Para quien quiera pasar la noche, se encuentra allí el famoso hotelito con encanto "El Tiempo Perdido".








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