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miércoles, 25 de febrero de 2009

Ruta de Las Caras.

Desde Buendia (Cuenca) salimos por la Puerta Nueva, del siglo XV, y avanzamos por un camino asfaltado, en direccion a la Cespeda. Al poco, encontramos un cartel, donde nos indica la direccion de la ruta.
Llegamos a un paraje rodeado de tierras de labranza y olivares, a la derecha de nuestra marcha, y de pinares, a la izquierda.

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La ruta de las caras, propiamente dicha, se encuentra dentro del pinar. A través de él, y siguiendo unos postes con flechas que nos van marcando el sentido de la ruta, vamos descubriendo una serie de caras esculpidas en la roca de arenisca., de entre medio metro y tres metros y medio de altura.

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Todas miran hacia el pantano, menos una, la llamada '' de muerte'', una calavera de metro y medio de altrura, que se encuentra en lo alto de un monticulo, y que de espaladas al pantano de Buendia, mira hacia dónde sale el sol, como queriendo decir que para que algo nuevo nazca, algo debe morir.

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Al pie del pantano se halla, una escultura, llamada ''la dama del lago'', que cuando el pantano está lleno hasta su su máxima altura, el agua llega hasta sus pies.

la dama del lago

En el transcurso de la ruta, nos encontramos tallas como ''Maytreya'', de tres metros y medio de altura, ''Chermari'', un duende que parece salido de un cuento, ''Moneda de Vida'', diversas cruces templarias y figuras religiosas, ''El Chamán''', (otra de las más grandes),'' Beethoven''' y un sinfí­n de caras que nos observan, silenciosas y pétreas, bajo el pinar de Buendí­a.

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Maytreya

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Chemari

chemari

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Cruz Templaria

moneda de vida
Moneda de Vida

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Beethoven y El Chamán al fondo

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El Mago

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Figuras religiosas

La mayoría tienen un tamaño considerable o están esculpidas en rocas de bastantes metros de altura.

cruz templaria

En el entorno de la ruta, tenemos el pantano de Buendí­a, también conocido como Mar de Castilla, rodeado de árboles retorcidos y plantas de ribera.

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La tarde empieza a decirnos adiós. Cogemos el coche y volvemos a casa, mientras el cielo toma unos colores rojos y dorados.

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Es un buen final de día, después de esta excursión otoñal.


© 2007-2009 MayteVidal

sábado, 21 de febrero de 2009

Santuario de Covadonga. Basílica y Gruta

En uno de los viajes a Astorga, decidimos salir un día de excursión y subir hasta el Santuario de Covadonga, en Cangas de Onís, Asturias.

No es un viaje muy largo desde Astorga, pero tampoco lo es corto, aunque no se hace pesado.

Llegamos al Santuario. Aparcamos el coche, y fuimos primeramente a visitar la gruta.

Se accede a ella por un pequeño corredor excavado en la roca, donde hay a la entrada un montón de velones encendidos.

A unos metros, se abre ante nosotros una pequeña terraza en la roca. Una barandilla de hierro protege de posibles caidas.

A nuestra derecha, en la pared de roca, encontramos la tumba de Don Pelayo, primer rey de Asturias. Con una inscripción tallada en la piedra, siempre tiene flores frescas.


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Seguidamente, y donde la cueva se ensancha, encontramos un altar. Y presidiéndolo, la Santina, con su manto blanco bordado en oro y miles de flores rodeándola.

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Tras una corta parada, bajamos por unos escalones, estrechos, excavados en la pared rocosa. Dejamos atrás una pequeña tienda de souvenirs, y nos dirigimos hacia la fuente de los siete caños, que se encuentra debajo de la gruta, al lado del pozo y el salto de agua.

Dice la tradición que aquí comenzó don Pelayo la Reconquista, ayudado por la Virgen y el terreno tan abrupto.

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El paso hasta la fuente es estrecho y resbaladizo.

En el fondo del pozo natural, brillan montones de monedas que la gente arroja pidiendo deseos.

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Llegamos a la fuente. La tradición dice que la persona que bebe de los siete caños seguidos, sin saltar ninguno, se casará en el plazo de un año.


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Dejamos atrás la gruta con su salto de agua y su pozo de aguas transparentes, y nos dirigimos a la Basílica.

Tiene un porte majestuoso, como sacada de un cuento. Sus agujas destacan entre las copas de los árboles y los picos de las montañas que la rodean. Tengo la sensación de estar ante un paisaje suizo.

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Al lado de la Basílica, y mirando hacia la gruta, se haya la estatua de don Pelayo, junto a la cruz de la victoria, símbolo de Asturias.

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Entramos en la basílica. Aquí no dejan hacer fotos, pero no me resisto, y disparo un par de ellas, sin flash, por supuesto.

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Salimos del templo y tras un ligero curioseo en la tienda de souvenirs (donde consigo una Santina para mi colección de símbolos de los sitios que visito y que engarzo en una cadena), avandonamos el Santuario en dirección a las montañas de los Picos de Europa.

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© 2007-2009 MayteVidal

jueves, 19 de febrero de 2009

Nacimiento del río Cuervo

El Nacimiento del Rio Cuervo, se encuentra junto a Vega del Codorno, a 80 km de Cuenca.

Para llegar hasta el nacimiento del rí­o Cuervo, hay que ir hasta Cuenca y desde allí­, tomar la carretera que sigue la Hoz del Júcar y se adentra en la Serraní­a.
A medida que avanzamos por la serraní­a de Cuenca, nos encontramos con paisajes de gran belleza y pueblos como Uña, Huélamo, Tragacete... Algunos de ellos son de origen medieval, y conservan edificios históricos en un entorno de bellos paisajes.
Pasado Tragacete, a 12 Kms. se llega al Nacimiento del rí­o Cuervo.

Lo primero que encontramos es un restaurante (el único que hay en el área recreativa), en medio de una gran explanada, rodeada de un bosque de coníferas y una pared rocosa.
Farallones de la Muela de San Felipe

En esta explanada hay, diseminadas, varias mesas de madera con sus asientos, para comer apaciblemente disfrutando de un día en la naturaleza.
Un gran cartel informativo sobre el área natural da acceso al camino que recorreremos hasta alcanzar el nacimiento del río Cuervo.
Area Natural del Nacimiento del río Cuervo

Comenzamos la ruta, siguiendo las indicaciones que encontramos en postes que van marcando el camino. Tras unos metros, llegamos a un lago de aguas cristalinas, que parecen un espejo.

como un espejo

Este lago, que en realidad no es tal, sino un tramo del río Cuervo ensanchado, viene del agua caida por la cascada.
Lo normal es que la gente piense que esa cascada es el nacimiento del río Cuervo, pero no, no lo es.

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El sentido de la ruta es contracorriente, esto es, en el sentido contrario al discurrir del río.
Dejando la cascada a nuestra izquierda, continuamos el ascenso.

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Éste es el tramo más pronunciado en la subida, durante toda la ruta.
En un pequeño recodo del camino, justo al terminar esta pequeña subida, el río desaparece en su caida, formando la cascada, no muy grande, pero si espectacular y con mucho encanto.

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Continuamos el camino, siempre con el río Cuervo a nuestra izquierda.
Durante el paseo, encontramos pequeños saltos de agua, que le dan un cierto encanto al río y su entorno, formado por arces, tilos, avellanos, tejos, pinos silvestres, y un sinfín de flora autóctona, regalándonos el sonido de sus aguas cantarinas.

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Por fin, llegamos a una zona en la que encontramos una pared rocosa frente a nosotros. De una pequeña grieta mana el agua que cae suavemente, formando un remanso de aguas puras y cristalinas.
la zona inmediata se cubre por una alfombra de lentejas de agua, tan tupida que apenas deja ver el agua del río Cuervo.

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La vuelta se hace por el mismo camino. Ahora, el río queda a nuestra derecha.
Descendemos hasta volver al parking, en la misma explanada donde empieza la ruta.
La luz empieza a desaparecer. Es hora de volver a casa.
Ocaso Veloz
© 2005-2009 MayteVidal